Nadia Comaneci volaba entre barras asimétricas. Nadia dibujaba figuras en el aire y en el suelo. Nadia se balanceaba y sonreía sobre la barra de equilibrio. Nadia brillaba. Nadia era única. Con apenas 14 años de edad, volvió loco al mundo entero cuando entró al gimnasio principal donde se llevaban acabo los Juegos Olímpicos de Montreal en 1976. Después de una excelente y arriesgada rutina en las barras asimétricas los jueces puntuaron a la niña con un perfecto 10, algo que no había sucedido nunca en la historia olímpica de la gimnasia artística. Tan inesperado fue dicho evento que las plaquetas que anunciaban la puntuación de los jueces se vieron desactualizadas: cuando las calificaciones se anunciaron en el tablero eléctrico, apareció un "1.0", ya que el sistema contaba sólo con espacio para un entero y un decimal. Ese año Nadia volvió a la vieja a Rumania soviética con tres medallas de oro (general individual, barra de equilibrio y barras asimétricas), una de plata (general por equipos) y una de bronce (ejercicio de suelo).
Si bien posteriormente consiguió convertirse en la primera gimnasta de la historia en conseguir tres títulos europeos consecutivos, Nadia no pudo igualar la maravillosa actuación que tuvo en Montreal. Y después de conseguir cinco medallas de oro en el Campeonato Mundial Universitario de Bucarest en 1981 se retiró de la competición profesional. Durante años se dedicó a entrenar a jóvenes gimnastas de su país, hasta que en 1989 se fugó hacia Estados Unidos. Allí conoció al gimnasta Bart Conner, con quien se casó y fundó la Academia Conner de Gimnasia.
Lejos de las rutinas que una vez la llenaron de gloria pero siempre cerca del deporte que ama, Nadia Comaneci sigue buscando la perfección como esposa de Conner y como madre del pequeño Dylan Paul. También trata de cumplir con nobleza y dedicación su rol como instructora y modelo de miles de jóvenes atletas que aman tener ampollas en sus manos y moretones en sus piernas.
§abrina .
1 comentario:
¡Es excepcional!
Era fascinante verla!
¡Saludos que andes genial!
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